El yagán jamás llora y vi tus lágrimas rodar hasta por tus senos que jamás he visto y que quisiera ver antes de morir, darmes de mamar y darmes de vivir, sólo soledad y parras de vid, leche irracional. Ojo despiadado, la llorona, la aparición. Papas con ají y arrollao de chancho y chuchoca de trigo y una caña de ñachi y chupilca del diablo. Agarrados a ellos ¡ay! me quiero ir en la madrugada de aquel porvenir que no llega nunca y que nunca llegue porque si me voy vos te vais conmigo, como un recuerdo, como un sentimiento tierno más no poder contemplar mis ojos despiadados y besar mis labios y mi entendimiento llevarlas consigo las eternidades tus sensibles senos ¡¡ay !! mis damajuanas de leche fucsia e irracional. ... y para qué llorai, mi niña Yagán, no veis que la sangre se me recalienta ante la inminente ajusticiá de aquel viejo pillo que nos criaturizó.
... y que nos alza a su regazo, a su morada, a su madriguera, a la suit nupcial del Hotel Bristol.
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